El gusano – microrrelato
El individuo sentado observaba la
pantalla.
La estación espacial estaba desolada a
esa hora, pero él continuaba estudiando a aquella mujer que vivía en una zona
montañosa de las más remotas de la tierra.
Ella era sin duda alguien interesante;
padecía una extraña enfermedad desde un tiempo atrás: un gusano asqueroso
crecía en su interior y consumía sus energías y vitalidad.
Su cuerpo estaba debilitado e
hinchado; su rostro, pálido y apenas si podía respirar.
Un grupo de lo que suponía eran
científicos, la monitoreaba con regularidad para seguir el paso de la dolencia.
- Seguramente no les es posible
hacer nada más – pensaba - mientras veía en el enorme screen el rostro
fatigado de la mujer.
Aquella noche ella estuvo peor que
nunca, acudió con los hombres y por sus ademanes estaba claro que le dijeron
que faltaba poco para el desenlace.
La entereza con la que recibió la
noticia lo había asombrado. El fin se aproximaba. ¡La cosa que la
carcomía y chupaba su sangre y su vida ya era demasiado grande!
De pronto la mujer comenzó a sollozar.
¡No había nada que hacer!
Un grupo de blanco la rodeó y la ató a
una cama.
Un individuo preparado para un viaje
espacial ingresó al recinto con algo que parecía ser una cámara.
Varias mujeres llegaron apuradas,
mientras la pobre criatura se retorcía en su lecho de muerte.
¡De pronto lo peor sucedió: la mujer
literalmente explotó!... El gusano apareció ante la vista de los regocijados
científicos que presenciaban un acontecimiento que por el gesto de sus rostros
era cuando menos “muy especial”, todo un hecho para la ciencia.
La sangre de la víctima saltó en un
chorro contra la pared.
En medio de eso una voz dijo -
Varón.
- Ese gusano se parece mucho a
una cría humana – exclamó
- ¡Qué extraño... llevo meses
estudiando a los terrícolas y nunca vi el huevo!
©Paula
Cruz